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Hierápolis,... legado hitita


Hierápolis es depositaria del arte de diversas culturas.Una arquitectura bien planificada da fe del componente urbano que vivió durante su tiempo

Hay lugares en el mundo que fueron y siempre serán estratégicos y no solamente por motivos geopolíticos o militares que probablemente hayan sido el tenor de tiempos pasados sino también por cuestiones de turismo y por último de mera historia.

Un país que cumple con estas condiciones es Turquía, un nombre que lleva mucha mística en su fonética y mucho embrujo en sus lugares.



Este país se encuentra en el centro geográfico entre el este y el oeste, en el punto de unión entre la Europa peninsular y los continentes de Asia y África, y siempre mantuvo un balance en su historia antigua en el precario estado que existió a lo largo de las costas del Mediterráneo.

Debido a su ubicación, Turquía fue una gran depositaria del arte e historia así como de oleadas culturales de civilizaciones que fueron discurriendo a lo largo del tiempo.

Turquía, alguna vez denominada Asia Menor, fue hogar de las civilizaciones hitita y urartu, seguidas por los persas durante los siglos VI y V antes de Cristo, el imperio helenístico de Alejandro del Grande durante el siglo IV antes de Cristo, el imperio romano y después el imperio romano del este gobernado desde Constantinopla durante el siglo IV después de Cristo, el imperio bizantino, los imperios seljuk y otomanos durante el siglo XV después de Cristo y finalmente la República de Turquía, fundada por Ataturk a comienzos del siglo XIX.


Una gran muestra del legado que quedó dentro de este territorio lo encontramos en Hierápolis.

Esta ciudad fue fundada en el siglo II antes de Cristo en un extraordinario paraje natural denominado el Castillo de Algodón o Pamukkale.

En este lugar brotan barios manantiales naturales de agua mineral caliente de los depósitos de óxido de calcio de la tierra que dan forma a una alfombra de formas minerales.

Las aguas, ricas en minerales, han goteado durante siglos sobre esta serie de espectaculares terrazas, creando una deslumbrante cascada solidificada que irradia un color brillante cuando le da el sol en la superficie y penetra en el humo.

Este fenómeno natural es único en el mundo. Los baños y poderes curativos del agua llevaron a los griegos y romanos hasta esos manantiales que eran los favoritos de los emperadores.


Hierápolis era conocida como la Ciudad Santa debido al gran número de templos y santuarios de la época cristiana temprana establecidos en su territorio.

Como se localiza en un punto en el que convergen varias regiones, se convirtió en un centro de intercambio, además de balneario.

En sus inicios fue una ciudad helenística que fue reconstruida tras un temblor en el año 17 después de Cristo y que gradualmente se romanizó perdiendo sus características originales.


La ciudad fue una importante ciudad bizantina especialmente después de la muerte y martirio de San Felipe el Apóstol y sus siete hijos en el año 80 después de Cristo.

Cuando se erigió una iglesia octogonal en su honor, se elevó a la ciudad a una categoría eclesiástica.

Hierápolis disfrutó del favor de tres visitas personales de emperadores, lo que incrementó su adoración.

La presencia de una floreciente comunidad judía ayudó al arraigo de la cristiandad en una época temprana.


Sin embargo, el paganismo se extendió hasta el siglo VI. En el período bizantino tardío Hierápolis se perdió en la oscuridad.

Existe un boulevard principal de un kilómetro de largo que atraviesa la ciudad de norte a sur y que fue una calle con columnas.

Este pasaje, paralelo a la meseta de algodón, dividía a la ciudad helenística original.

En el lado norte de la calle hay cientos de tumbas de varias formas y tamaños que constituyen la necrópolis más grande de Asia Menor y que datan del período helenístico al bizantino.




Esta calle principal estaba flanqueada por edificios públicos y pórticos monumentales y tenía una puerta de honor en cada extremo.

Una gran parte de la calle sobresalía de los muros de la ciudad bizantina, construido en el siglo VI cuando todas las ciudades romanas se amurallaron con un pared protectora y torres.

Esta muralla se levantó con 24 torres cuadradas, dos puertas principales y dos postigos marcando la entrada a la ciudad.


La puerta norte, con tres arcos triunfales y una torre circular, se conserva en buen estado y fue dedicada a Domiciano en el año 82 después de Cristo.

La puerta bizantina, más al norte, data del siglo II después de Cristo y se ubica en la intersección de la calle principal y la muralla de la ciudad.

Una de las contribuciones más importantes de la arquitectura romana al diseño urbano fue la calle con columnas, reveladora del gusto romano por los grandes bulevares.



El principio detrás de este diseño era simple: un estrecho boulevard corría entre dos aceras elevadas cubiertas por una arcada continua.

Algunos comercios se establecieron en los arcos, por lo que la calle se convirtió en un mercado.

darle un acento urbanístico, las calles con columnas eran interrumpidas por arcos para acentuar los cambios de dirección o enfatizar las intersecciones importantes.



Cerca de las puertas de la ciudad las avenidas se ensanchaban dando lugar a grandes plazas. A lo largo, las calles estaban ambientadas por foros, fuentes, templos, santuarios y estatuas de ciudadanos prominentes.



Comúnmente había una serie de patios con pórticos a través de los que se podía pasar de una edificación a otra. Sin romper el panorama urbano constante.

En Hierápolis, el teatro se construyó contra la ladera de una gran montaña durante el año 62 después de Cristo. Es uno de los teatros mejor conservados en toda la Turquía romana con una fachada de más de noventa metros de largo que aún permanece en pie.

Estaba dividido en tres secciones: el estadio, la orquesta y el escenario. En el siglo IV, la orquesta, que generalmente se usaba para representaciones teatrales y los coros, se acondicionó para la ejecución de espectáculos acuáticos llamados colimbretas y que se pusieron de moda.

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